RECUERDOS INOLVIDABLES

Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. 1 corintios 4:7



Introducción

Todos los padres a nivel general, nos esforzamos por darles a nuestros hijos lo mejor. Sin embargo, tenemos que ser honestos, nos desconcentramos y nuestros hechos pueden revelar que darles lo mejor, está más relacionado con el factor económico. Si no queremos que el futuro de quienes más amamos sea hipotecado, necesitamos hacer una pausa y reflexionar en 5 recuerdos que debemos sembrar en la vida de nuestros niños, niñas y adolescentes y asegurarnos que dejen una huella muy positiva en su corazón garantizándoles “salud integral”: espiritual, mental, emocional y aún físicamente.

Desarrollo

1. Nuestra actitud frente a Dios y la familia espiritual

Como padres estamos llamados a enseñarle a los niños y a los adolescentes a conocer a Dios, para lograr este objetivo no es suficiente con llevarlos a una reunión semanal, es fundamental que ellos vean en nuestra vida una fe sincera, una fe que se vive no solo en el distrito, sino todos los días en lo que hacemos y decimos. Ellos observan nuestras actitudes, escuchan nuestros comentarios, son testigos de nuestra disciplina o indisciplina, de nuestro ánimo o desanimo con la vida espiritual y eso marca sus vidas.

Recordemos que Dios y la Iglesia están ligados. “Congregarnos” es un deseo de Dios, Él sabe que solos nos desanimamos y nos perdemos fácilmente del camino. Necesitamos líderes espirituales en nuestra vida, y hermanos en la fe con quienes hacer una familia espiritual. Por lo tanto, también afectamos la vida espiritual de nuestros hijos cuando les hablamos mal de la iglesia, de los líderes, de la gente de la iglesia (2 Timoteo 1:5).

2. El trato hacia nuestra pareja (Santiago 4:1)

La vida de pareja es la primera relación modelo para nuestros hijos. Es el referente no solo para la futura relación de pareja que ellos construyan en su vida adulta, sino para el resto de relaciones interpersonales. Por lo tanto, si nuestros hijos tienen que presenciar una relación conflictiva, es lo que muy probablemente van a imitar. Por esta razón, debemos esforzarnos por madurar en nuestra vida de pareja, pues no solo estamos afectando nuestras vidas, sino la de nuestros hijos.

Es nuestro deber enseñarles a honrar a padre y madre, no solo porque es de bendición para sus vidas (Efesios 6:1-3), sino porque es un recuerdo imborrable que llenara su corazón de amor o de dolor.

Las relaciones conflictivas que experimentamos en nuestra edad adulta no nacieron hoy, nacieron en la infancia y en la adolescencia, en donde se sembró en nuestro corazón ira, contienda y hostilidad. ¡La Buena noticia es que el amor de Dios puede hacer el milagro de restaurar nuestros corazones y el de nuestros hijos!

3. La igualdad en el trato a los hermanos: (Génesis 25:27-28)

El tema del favoritismo en el hogar afecta tanto al hijo favorecido, como al que no lo es. Porque un niño ama a sus hermanos, no importa si son hermanos medios. Lo importante para un hijo es ver que en casa hay tiempo, cuidado, amor, protección y disciplina para todos.

Es importante que los cónyuges se apoyen en esta tarea y que por el bienestar de todos, haya un espacio y lugar en el corazón, en la agenda y en el presupuesto de la pareja para todos los hijos, los propios y aún los que son del otro.

4. El valor que le dimos a la familia (1 Timoteo 5:8)

En una época en donde la familia se desdibuja, es nuestra tarea como nunca ser defensores de la familia, no solo con nuestras palabras, sino sobre todo con nuestro testimonio. Marcamos la vida de nuestros hijos cuando priorizamos la vida familiar. Por ejemplo:

- Les mostramos el valor de la familia cuando ellos nos ven cancelar o decir no a actividades con los amigos, por estar en familia.

- Cuando celebramos el cumpleaños de cada miembro del hogar, así sea de manera sencilla.

- Cuando no se pasan desapercibidas fechas como el día del padre o de la madre, ya que son motivo para una celebración en familia.

5. Los momentos en los que se sintieron amados y protegidos

Sentirse amado y protegido es fundamental para nuestros hijos porque se fortalece la autoestima, ellos aprenden a amarse y valorarse a sí mismos, cuando entienden ese valor de parte de nosotros los padres.

Este sentimiento no tiene tanto que ver con la provisión económica, sino con el tiempo compartido y las experiencias significativas de interacción con ellos.

El amor, bíblicamente hablando, está relacionado con el sacrificio. La expresión máxima del amor fue la cruz. Para nosotros, los cristianos, el amor por nuestros hijos se traduce en esos sacrificios que estamos dispuestos a hacer para salvarlos integralmente:

- El tiempo que usted dedica para interactuar con el o ella sobre la Biblia, asegurándose que tenga un encuentro personal con Jesucristo y que aprenda los principios allí plasmados.

- El tiempo que dedicamos para enseñarles como relacionarse sanamente con otros, como enfrentar los retos de la vida escolar.

- El tiempo que dedicamos para enseñarles a alimentarse bien, así ellos no quieran.

La protección, bíblicamente hablando no tiene que ver con evitarles situaciones dolorosas o incómodas en la vida, es aportarles herramientas y habilidades para que puedan enfrentar esas situaciones (Lucas 22:42-43). Algunos ejemplos en los cuales, nuestros hijos se sienten protegidos:

- Cuando les ponemos límites.

- Cuando les dedicamos tiempo para hablar del peligro de las drogas y el alcohol, de la vida sexual fuera del matrimonio.

- Cuando les limitamos el tiempo para usar aparatos electrónicos y no asumimos la posición cómoda de dejarlos hacer lo que quieran, a costa de su salud mental y emocional.

- Les enseñamos a desenvolverse en la vida, porque somos conscientes que un día, no estaremos más con ellos.

Aplicación Teoterápica

Una de nuestras mayores responsabilidades como padres es sembrar gratos recuerdos al interior del hogar. Cuidar el corazón de nuestros hijos implica más que dar una orden, dedicar el tiempo para edificar, para instruir, para acompañar, para modelar, porque estamos interesados en dejar un legado que trascienda.


































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