JERUSALEN, FIESTA CONTINUA EN EL CORAZON

“Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor.(Isaías 65:19)


Introducción
Cada persona que ha recibido a Jesús en el corazón como Señor y salvador, debe apropiarse de los regalos que recibe en ese momento: presencia, perdón, paternidad, propósito y vida eterna; estos maravillosos regalos llenan el corazón de alegría, de gozo y de un bienestar que no se puede describir. Como si fuera poco motiva a amar lo que él ama y también alegra el corazón: Jerusalén.

1. Dios es quien nos da alegría

Cuando entendemos y nos apropiamos del amor de Dios, podemos saber que él es quien alegra nuestro corazón:
· A pesar de la dificultad, que en ocasiones nos hace dudar de la presencia de Dios en nuestra vida, él alza sobre nosotros la luz de su rostro sobre nuestro ser y nos llena de alegría (Salmo 4:5-8).
· Dios ha sembrado alegría para nosotros sus hijos, él nos ha justificado y nos conduce por camino de rectitud (Salmo 97:11).

2. Nos alegramos con Jerusalén

· En ella se dio a luz la salvación (Isaías 66:8). En la tierra de Israel nació nuestro Salvador, allí él llevo el más hermoso trabajo de amor por la humanidad, derramando hasta la última gota de su sangre para llevarnos de muerte a vida eterna. Jerusalén es constituida como foco de luz, centro de la salvación, las naciones atraídas hacia ella corren deseosas de disfrutar la alegría en la paz de nuestro Dios, el Gran Rey y juez de todos. Físicamente el monte en el que se asienta la Ciudad Santa aparece elevado sobre las cimas de las demás montañas del resto del mundo, cumpliéndose lo que dijo Jesús que la luz ha de colocarse en alto para que alumbre a todos.

· De ella salió la ley y la palabra de Dios (Isaías 2:3). El poder de atracción de Sion se funda en dos realidades que brotan del monte santo de Jerusalén: la ley y la palabra del Señor. Jerusalén, centro de la soberanía de Dios, ocupa un puesto de preeminencia entre todos los pueblos. De Jerusalén salieron doce hombres hacia todo el mundo, eran humildes, no sabían hablar, pero gracias al poder de Dios revelaron las buenas nuevas a todo el género humano, al que habían sido enviados por Cristo para enseñar la palabra de Dios.

· Es el sitio de nuestra fiestas (Isaías 33:20). Allí podemos comprender con mayor facilidad que Dios revela su plan de redención para el hombre, también a través de sus fiestas. Las fiestas están divididas en dos porciones principales, dependiendo si caen en la primavera o en el otoño. Las de la primavera nos enseñan acerca de la primera venida del Mesías (Jesús) y las del otoño acerca de la segunda venida del Mesías. En Oseas 6:3 está escrito: “…como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”. La “lluvia tardía y temprana” se refiere a la primera y segunda venida del Señor Jesús.

· Es la ciudad del Gran Rey (Mateo 5:35). El Gran Rey es Jesús y el volverá a reinar sobre su tierra, cuando regrese por segunda vez. Luego reinará por siempre en la nueva Jerusalén.

· Es el oratorio por excelencia (Isaías 56:7). Jerusalén es el lugar sagrado para las tres grandes religiones monoteístas, esto la hace el lugar más apetecido para la oración. Pero lo que en realidad la hace ser codiciada es la presencia especial de Dios en ese lugar, porque así él lo prometió.

· En ella Dios tiene su corazón (2 Crónicas 7:16). Jerusalén es la ciudad de Dios, ¡Su monte santo! La escogió como su lugar de habitación en la tierra. Todos los que aman a Dios son atraídos a su hogar. Los que conspiran contra Dios también conspiran contra ese lugar. Dios dijo que pondría su nombre allí para siempre. En nuestra época de imágenes por satélite, hemos podido ver que Dios puso su propia estampa sobre los montes de Jerusalén. La letra hebrea shin (ש) es abreviación para el nombre “El Shaddai.” Desde arriba, se puede observar la letra shin, formada por los tres valles principales de Cedrón, Hinom y Turopeón. ¡Dios literalmente estableció allí su nombre!

· Ella es nuestra madre (Gálatas 4:26). La actual Jerusalén es el reflejo de la que describe el apóstol: “la nueva Jerusalén”. Aquí, él solo mencionó a la Jerusalén celestial como un país en el que entraríamos en el futuro.

Jerusalén es el motivo de alegría para el pueblo de Dios, por ser la cuna del cristianismo, por ser el centro del mundo. Lo que sí es realmente cierto es que en el lugar donde está el corazón de Dios y la mirada de los cristianos que gozan y festejan con ella (Isaías 66:10).

Aplicación Teoterápica

Hace más de dos siglos, llego nuestra pascua, Jesucristo, a un lugar específico, Jerusalén, lugar de habitación del salvador del mundo (Salmo 132:13). Sus huella quedaron vivas en esa hermosa tierra, por eso continua la fiesta en nuestro corazón”.


















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