“Todo pámpano que en mà no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado." (Juan 15:2-3)
IntroducciĂłn
Si hemos recibido al Señor en nuestro corazĂłn, Ă©l espera que disfrutemos de la vida abundante y además que nuestra vida lleve fruto como resultado de la salvaciĂłn. Cuando hablamos del fruto nos podemos referir al fruto del EspĂritu (Gálatas 5:22-23), que dará como resultado que cumplamos la Gran ComisiĂłn ganando almas
El fruto del creyente
El fruto en la vida del hijo de Dios que permanece unido a Cristo es una oraciĂłn eficaz, un fruto y gozo permanentes, como explican los versĂculos 7, 8 y 11. Ahora, si una persona tiene tal fruto en su vida, estará llevando a muchos hombres a la presencia de Dios, mediante el testimonio elocuente de su propia vida. Miremos la vida de fruto que el Señor espera que llevemos:
1. Jesús se presenta como “Yo soy” (Juan 15:1)
JesĂşs comienza diciendo: “Yo soy la vid verdadera”, indicando la Divinidad de JesĂşs, es la misma forma en que se le presentĂł Dios a MoisĂ©s cuando Ă©l le preguntĂł su nombre en (Éxodo 3:14) Ă©l dijo “YO SOY”, la vid verdadera porque segĂşn (IsaĂas 5:1-7) Israel era la vid que Dios habĂa plantado y cuidado, Ă©l esperaba recibir de ellos frutos de justicia y de arrepentimiento, ante la incapacidad del ser humano para dar este fruto, JesĂşs se presenta a sĂ mismo como la vid verdadera, como la Ăşnica manera de llevar frutos agradables a Dios. El Señor nos presenta 3 personajes necesarios para dar fruto y fruto en abundancia:
· El labrador: Es Dios, el que cuida de la vid (VersĂculo 1)
· La vid verdadera: Es Cristo (VersĂculo 1)
· Los pámpanos (ramas): Somos nosotros, quienes le hemos recibido en nuestro corazĂłn (VersĂculo 5)
2. JesĂşs quiere que llevemos fruto en nuestra vida. (Juan 15:2)
Si un pámpano no lleva fruto, ÂżcĂłmo lo quitará? Una de las maneras de quitarlo, es quitando a tal persona del lugar en que pueda llevar fruto. Conocemos a muchos que han sido apartados hoy en dĂa, de diversos ministerios, porque ya no eran efectivos para Dios. El quitar tal pámpano, no significa que Ă©ste pierde la salvaciĂłn, sino que es apartado del lugar en que puede llevar fruto. No hay duda de que el Señor poda. Entra en nuestras vidas y quita de ellas aquellas cosas que le ofenden, y ese corte a veces duele. Quita aquellas cosas que nos estorban para poder llevar fruto. Nosotros somos los pámpanos, entonces nuestro objetivo es dar fruto. AquĂ se mencionan tres niveles de la vida fructĂfera:
· Fruto (VersĂculo 2)
· Más fruto (VersĂculo 2)
· Mucho Fruto (VersĂculo 5)
3. Requisitos para llevar una vida fructĂfera (Juan 15:2-10)
3.1. Limpieza (VersĂculo 2). Para que podamos dar fruto, el carácter de JesĂşs debe ser moldeado en nuestra vida, Dios en ocasiones tiene que podar nuestras vidas, a veces tiene que quitar algunas distracciones que nos están alejando Ă©l, pueden ser personas, posesiones materiales, sentimientos, etc. Dios nos somete a periodos de purificaciĂłn, donde Ă©l tiene que tratar con nuestro carácter y con aquellas cosas que están impidiendo nuestro crecimiento. Para limpiarnos Dios utiliza su palabra (VersĂculo 3), con ella nos anima, nos enseña, pero tambiĂ©n nos corrige.
3.2. Permanencia. La palabra permanecer es la clave para entender este pasaje, aparece al menos 11 veces en el capĂtulo 15. Permanecer significa quedarse donde uno está, en otras palabra lo que JesĂşs está diciendo es “No se muevan, mantĂ©nganse unidos a mĂ”. – Eso es permanecer. JesĂşs afirmĂł que:
· Nadie puede crecer ni dar fruto si no permanece en Ă©l (VersĂculo 4). El fruto, el carácter de JesĂşs en nosotros solo se logra estando en comuniĂłn con Ă©l, permaneciendo unido a Ă©l. Las ramas dan fruto no por sĂ mismas, sino por todos los nutrientes que le son transferidos por medio de la Vid. Si usted y yo no vivimos vidas conectadas a JesĂşs, sino permanecemos en Ă©l, nunca vamos a experimentar el nivel de fructificaciĂłn que Dios desea para nosotros.
· Separados de Ă©l nada podemos hacer (VersĂculo 5). Al utilizar la figura de la Vid y los pámpanos lo que el Señor JesĂşs quiere que entendamos, es la relaciĂłn de dependencia que tenemos con Ă©l. Apartados de Ă©l, nada, absolutamente nada podemos hacer, pero en Cristo, segĂşn filipenses 4:13 “todo lo podemos”. Él quiere que permanezcamos en Ă©l para que llevemos mucho fruto. Además promete que nuestras oraciones tendrán respuesta (VersĂculo 7).
3.3. Obediencia. (VersĂculo 10). Usted nunca podrá crecer ni vivir una vida fructĂfera, que agrade a Dios, si no decide obedecer su palabra. JesĂşs nos dice: "Vosotros sois mis amigos, si hacĂ©is lo que yo os mando". Necesitamos examinar nuestros corazones. La obediencia es esencial para poder permanecer en comuniĂłn y compañerismo con Ă©l. Esto significa ser obedientes al Señor. Eso es permanecer. En Ă©se caso, nuestra oraciĂłn será eficaz. Ahora, el propĂłsito final del permanecer y del orar, es que Dios reciba la gloria. Esto elimina la oraciĂłn que se eleva con motivos egoĂstas. Se trata del llevar fruto. Y Dios recibe la gloria cuando producimos ese fruto en nuestra vida, en nuestro carácter, ese fruto agradable para Dios y las personas que nos rodean.
Aplicación Teoterápica.
Todo pámpano que lleva fruto, es limpiado, para que lleve más fruto. El pámpano que lleva fruto simboliza al hijo de Dios que está creciendo hacia la madurez en Cristo. El labrador, el Padre celestial, limpia a sus hijos, con la finalidad de aumentar su fruto. Para que el Señor nos limpie es necesario poner en práctica lo que dice Dios en su palabra. Esto se confirma por lo que dice Juan 15:3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Solo podremos producir fruto estando unidos a la vid que es Cristo.
0 Comentarios