EL CARÁCTER RESILIENTE

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INTRODUCCIÓN:

El proceso de formar el carácter es quizá uno de los aspectos más complejos de la vida espiritual, ya que esto implica unos cambios profundos que se logran evidenciar en cada situación de la vida, en otras palabras es aquello a lo cual estamos verdaderamente consagrados. Es en la vida cotidiana donde un carácter pulido y mejorado por la presencia de Cristo brota desde el interior sin ser algo postizo o fingido logrando así desarrollar el máximo potencial del individuo.

1. Dar mejor uso a nuestros recursos

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Para usar nuestros recursos al máximo es fundamental conocerlos, pues solo de esta forma podemos ponerlos en función de las nuevas circunstancias y necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

- Ir más allá: Lamentablemente la gran mayoría de personas solo se conforman con lo convencional y se limitan a seguir el ritmo de la mayoría, solo quienes realmente están desarrollando al máximo su potencial son capaces de sobrepasar las situaciones de dificultad. Cuando caminamos al ritmo de la mayoría los resultados son mediocres, más cuando gestionamos y enfocamos nuestros recursos damos “la milla extra”, (Mateo 5:44).

- Máximo potencial: El máximo potencial solo es posible darlo cuando dejamos de cargar todo lo que pesa y estorba, en la dinámica espiritual solo aquellos que realmente experimentan la plenitud de la unción del Espíritu rompen los estándares convencionales y no permiten que nada los estorbe, (Gálatas 5:7).

2. Es posible ser más resilientes

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tenerla. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

- Las personas resilientes no nacen se hacen: quien experimenta el fruto del Espíritu en su vida logra que poco a poco lo que brota de su interior sea lo mejor y no esté limitado simplemente por la influencia de otros o el entorno en su vida, (Juan 7:38).

- Probando el fracaso: en la vida profesional es común que quien llega a desarrollar una gran empresa o un producto revolucionario, previamente tuvo varios intentos fallidos o fracasos que al final se convirtieron en un camino que le condujo al éxito, (Santiago 1:2-4).

- Gestionando las crisis: un sabio administrador es capaz de convertir un negocio o proyecto acabado en un éxito notable, pero en el camino de la crisis primero se debe empezar con la vida misma ya que no solo se trata de Hacer sino de Ser mejor y para eso es fundamental aprender a gestionar los recursos que se tienen, las crisis son el paso previo al avance y crecimiento cuando se gestionan adecuadamente, de lo contrario son el paso previo a la tumba, (1 Pedro 1:6-7).

3. Cambios profundos, mejoras notables

Cuando una persona quiere que haya transformaciones y mejoras notables en su vida, debe empezar con un proceso que le lleve a trabajar en las áreas más profundas de sí mismo, donde seguramente saldrán a flote muchas crisis, dolencias, traumas o conflictos que le han mantenido “atado”, limitándolo y llenándolo de miedos e inseguridades.

- Enfrentando los miedos: no basta con identificar las debilidades y reconocerlas, es necesario generar una estrategia para enfrentar y vencer, (Salmo 51:1-11).

- Sanando para avanzar: cuando existe un área afectada en nuestra vida es necesario luego de reconocerla, hacer lo necesario para empezar el proceso de sanidad, pues de lo contrario todo quedará solo en lamentos y dolor pero no en reconstrucción y mejoras, (Juan 8:10-11).

- Persistiendo: quien deja de trabajar continuamente en su carácter de modo que haya un avance permanente, muy seguramente terminará retomando viejos hábitos y costumbres que le llevarán a volver atrás, por este motivo es indispensable no declinar, pues iniciar es de muchos más persistir de unos pocos, (Gálatas 2:18; 2 Pedro 2:22).

APLICACIÓN TEOTERÁPICA

Avanzar en la vida espiritual no es simplemente reprimir cierto tipo de conductas negativas que avergüenzan o desacreditan al individuo, la vida espiritual implica realizar cambios profundos que eliminen de raíz costumbres o hábitos malsanos que contaminan el corazón y continuamente detienen el avance.

Quien verdaderamente permite que Dios transforme su carácter adquiere características que le llevan a ir siempre en un continuo crecimiento, aprovechando cada oportunidad para mejorar y aún de las crisis sacar siempre grandes enseñanzas.

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