EL AUTOCONCEPTO Y EL CRECIMIENTO PERSONAL





“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12:3)

LA CAPACIDAD DE VERNOS A NOSOTROS MISMOS

El auto concepto es el conjunto de ideas que tenemos acerca de nosotros mismos. Cada uno de nosotros, nos demos cuenta o no, tenemos una imagen de nosotros mismos. Nos vemos, de alguna manera, listos, pausados, cariñosos, bien intencionados, perezosos, incomprendidos, meticulosos, o astutos; podríamos tomar muchos adjetivos para describirnos. Este es el “yo” que está detrás de la cara que se ve en el espejo; el “yo” que piensa, sueña, habla, siente y cree; el “yo” que ninguno conoce completamente.

Todo el mundo tiene una imagen de sí mismo, buena o mala, pero cualquiera que ella sea, esa imagen afectará su comportamiento, actitudes, productividad y, en última instancia, su éxito en la vida. Dos expresiones populares sobre la auto imagen, en el campo de la psicología, ilustran esta tesis fundamental: "Somos lo que creemos ser". "Lo que los demás piensan de mí, no es tan importante como lo que yo pienso de mí mismo".

Los pensamientos engendran sentimientos, y los sentimientos engendran acciones; por consiguiente, los pensamientos que nacen de nuestra auto imagen afectan nuestras acciones, negativa o positivamente.  El que tiene una imagen de confianza en sí mismo, rendirá al máximo en su capacidad; no así el inseguro, que carece de esa confianza.  Esto explica por qué algunos talentosos fracasan, y por qué triunfan algunos mediocres.

Un auto concepto saludable es fundamental para tener bienestar emocional: nos sentimos cómodos con nosotros mismos y disfrutamos de una paz interior duradera.  Cuando se desarrolla un sano auto concepto, la persona lleva una vida útil y productiva: piensa con claridad para lograr mejor rendimiento y se concentra en metas definidas con la motivación suficiente para lograrlas.

Cuando se tiene una auto imagen adecuada, se enfrentan los problemas de la vida y hay dedicación para resolverlos. La persona no tiene qué dividir sus esfuerzos entre atender sus ansiedades interiores y enfrentar la circunstancia del momento. Podrá gozar los logros obtenidos sin presumir de ello; se desenvuelve competentemente en la vida, porque sabe que ya "es". No está tratando siempre de "llegar a ser".
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FILTROS PARA VER LA REALIDAD


El auto concepto proviene del conjunto de toda la vida; viene de ideas pasadas. Es el resultado de vivir un proceso para llegar a ser mejores. El auto concepto es importante porque cada cosa que hacemos o decimos, cada cosa que oímos, sentimos o percibimos, está influenciada por la manera como nosotros nos vemos a nosotros mismos.

Los fotógrafos frecuentemente colocan un filtro rojo sobre el lente de su cámara, para tomar fotografías de las nubes con películas en blanco y negro. El filtro previene que algunos rayos de luz alcancen la película, de tal forma que la fotografía muestra el cielo más oscuro, y más brillante, el blanco de las nubes. El auto concepto es como un filtro que discierne o quita lo que nosotros no queremos ver u oír. En sentido contrario, el auto concepto da una idiosincrasia particular a nuestra conducta. ¿Quién de nosotros no ve su nombre en medio de un montón de palabras de una página?, ¿Y oye su nombre, anunciado en medio del ruido de un aeropuerto, entre anuncios que no alcanza a comprender?.  Esto se llama oído selectivo. Es una función de nuestro auto concepto.

La forma como nos vemos a nosotros mismos determina generalmente nuestra reacción, lo que percibimos  y, en términos generales, como nos conducimos.


LA CLAVE PARA CRECER

Como consecuencia de que una persona cambie su percepción de sí misma, también cambia su actitud hacia la vida, hacia sí misma, hacia su trabajo, etc. Este crecimiento trae notables cambios en la conducta exterior.

Este crecimiento demanda la plena participación de la persona. Una persona cambia porque quiere hacerlo, no porque se le dice que cambie o porque es lo que hay qué hacer.  El crecimiento implica cambios en el hombre mismo, en cómo usa sus conocimientos, en los fines con los cuales aplica sus habilidades y, en resumen, en la visión de sí mismo.  El asunto es bien claro. La persona que crece es porque se examina a la luz de Dios y, mientras hace esto, emerge con nuevo sentido de motivación, con un más agudo sentido de dirección, y un mayor deseo vital de vivir en la dimensión para la cual Dios le diseñó.  De esta manera, crece en su auto concepto, lo que le llevará a un continuo desarrollo personal.

 CONFLICTOS EN EL AUTO CONCEPTO

Cada ser humano tiene varios “yo”, pues, asume diferentes roles: padre, esposo, hombre de negocios, ejecutivo, jugador de football, etc.  Pero a veces hay conflicto entre alguno de esos papeles, y la disconformidad aparece. Tales conflictos traen  tensión, sentimientos de culpa, y compensación.

 Cuando en nuestros diferentes roles (auto concepto) hay conflictos, nuestra conducta será inefectiva. Por definición, la conducta efectiva  consiste en la conducta integrada, mientras que la conducta sin integrar es la conducta de los conflictos.

 IRREALISMO EN EL AUTO CONCEPTO

Agregado a los conflictos en el auto concepto, como una causa de conducta inefectiva, está el asunto crucial de la disparidad entre “cómo nos vemos a nosotros mismos” y “cómo nos ven los otros”. Una realista auto valoración ha costado a muchas personas su trabajo. Piense en los hombres que han sido despedidos, postergados o desplazados, porque “no dan la medida del zapato en el trabajo”. ¿No  ha quedado en muchos de esos casos el refinado sabor de la inadaptabilidad, de una rígida inhabilidad de la persona para ajustar sus impresiones a un nuevo rol cuando los tiempos cambian?.

Más  familiar son los casos trágicos de los hombres que no saben envejecer con gracia, y resultan ridículos con conductas y actitudes que no corresponden  a su edad.  Son innumerables las equivocaciones que ocurren cuando no hay una comprensión realista de nuestro verdadero valor.

Finalmente, es claramente manifiesto que el cambio de auto concepto trae crecimiento personal y tiene su recompensa. Necesitamos crecer en nuestro auto concepto, de tal manera que se desarrolle todo nuestro potencial. En la actualidad, las compañías al seleccionar a sus futuros ejecutivos, buscan al hombre, no su conocimiento o sus cualidades especiales.  Para usar un viejo adagio, no es lo que usted sabe lo que finalmente vale, sino lo que usted es.

RESISTENCIA NATURAL

Pero todavía hay una gran pregunta por responder. Si los cambios en el auto concepto son deseables, ¿qué es lo que nos motiva a cambiar? Con seguridad, ¿son posibles los cambios en el auto concepto? Naturalmente, los cambios son posibles, pero hay una dificultad para crecer.

Aunque muchas personas quieren cambiar su auto concepto, tienen la velada sospecha de que tal esfuerzo es fútil. Imperceptibles murmullos de descontento tienden a anularse con la idea de que “un perro viejo no puede aprender nuevos trucos”. Y la básica conformidad del “estatus quo” parece sobrepasar el deseo de una nueva manera de comportarse.

Cuando la persona madura y cambia, lo hace en contra de una resistencia natural; pero cuando su resistencia es una cubierta que le hace inalcanzable, la cuestión se torna difícil.  La  resistencia, bien puede ser o una piedra en el camino o una forma de impulsarnos.

Los cambios en el auto concepto deben ser en profundidad y no periféricos. Deben iniciarse en el área espiritual. Incluyen cambios en la percepción o en la actitud y compresión de quiénes somos en Cristo Jesús; no se trata de cambios en conocimientos, experiencias o habilidades. Nuestra exploración  de cómo los cambios ocurren deben incluir esos factores que parecen obrar más profundamente en el individuo y que polarizan nuevas direcciones y conductas. Los cambios profundos se dan cuando la naturaleza del hombre es cambiada y  continúa en un proceso de constante renovación; sólo entonces se dan cambios que van más allá de la simulación o pretensión. Son cambios en lo profundo de la persona, no simples cambios en la apariencia.


PASOS PARA LA MADUREZ

La experiencia cristiana es un proceso en el cual nos libramos del concepto inadecuado de nosotros mismos, obteniendo así más y más libertad para activar todo el potencial de nuestra vida en Cristo.

¿Hemos deseado que Dios nos madure instantáneamente. La madurez inmediata ha parecido preferible a todo el dolor y el sufrimiento que, con tanta frecuencia, forman parte de nuestro crecimiento personal. Sin embargo, Dios nos hace pasar por ciertas experiencias que se requieren para el proceso de maduración. Este crecimiento algunas veces se da en forma inexplicable; otras veces, con lentitud agonizante. Hay ocasiones en que el verdadero aprendizaje es tan profundamente inconsciente, que no se manifiesta en forma clara por un largo tiempo.

Todos estamos en este proceso de crecimiento, en el cual, mediante nuestra relación con Dios, llegamos a vernos como Él nos ve. El conocimiento de esta realidad se convierte en base estable sobre la cual puede descansar y desarrollarse sanamente nuestro auto concepto.


Para mejor comprensión, podemos postular una secuencia de pasos:

Examinarnos a la luz de Dios

Es necesario que busquemos la luz de Dios para conocernos a nosotros mismos y discernir en qué nivel de madurez estamos y a dónde nos quiere llevar el Señor.

El Salmo 36:9 dice: “Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz, veremos la luz” y David sabía cómo orar cuando se trataba de conocerse a si mismo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”.  (Salmo 139:23 y 24).  

Sólo Dios, quien conoce más de lo que nosotros conocemos, nos puede dar un diagnóstico de nuestro crecimiento.

Examinarnos  a la luz de Dios es preparar el terreno para conocernos realmente, sin lo cual el crecimiento no puede ocurrir. Cuando nos conocemos realmente a la luz de Dios y no seguimos los juicios de nuestro engañoso corazón, estamos dando el paso para comprendernos, lo que llevará  a un cambio de conducta.

Tengamos una clara expectación de lo que queremos ser

La expectación hace referencia al conocimiento de la dirección en la cual queremos crecer. Son esas nuevas demandas que nosotros mismos nos colocamos, proyectándonos hacia lo que queremos ser como consecuencia del proceso de maduración.

Cuando nos conocemos a nosotros mismos a la luz de Dios, también conocemos la dirección en la cual debemos crecer. Esta dirección la encontramos en  

Efesios 4:13:  “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud  de Cristo”

El aspecto clave para tener una adecuada imagen de nosotros mismos, es tener una visión clara de quién es Cristo, e identificarnos con Él, renovando nuestra mente con los pensamientos de Dios. La madurez en la vida cristiana consiste en una plena identificación con Cristo, como resultado de una vida intercambiada: esto significa que Él toma nuestra vida para actuar a través de ella y nosotros tomamos su naturaleza divina, para disfrutar así de una experiencia de gracia divina.  

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”  (Gálatas 2:20)

Así como toda persona debe tener la convicción del pecado, para  recibir a Jesucristo como Señor y Salvador Personal, así es necesario que aceptemos cuán lejos estamos de la meta, en lo referente al crecimiento y la madurez para ser lo que Dios quiere que seamos.

Vernos como nos ve Dios

En la Teoterapia (tratamiento de Dios para el hombre), el crecimiento se da cuando nos apropiamos de la posición que ahora tenemos en Cristo Jesús, e interiorizamos el concepto que Dios Padre tiene de nosotros.

La verdad de la Biblia referente a usted y a mí, es el punto de partida  para formar un concepto saludable y positivo de nosotros mismos.  Para vernos como Dios nos ve - como somos realmente- debemos comprender nuestra posición en Cristo, la "VERDAD POSICIONAL". Esta visión adecuada de nuestra persona en Él, es clave.

La siguiente lista contiene algunas de nuestras necesidades esenciales y la manera como Cristo suple cada una de ellas.

Si Cristo es Dios por fe, sabemos que en Él somos:

Amados

Con demasiada frecuencia olvidamos la verdad básica de que Dios nos ama, con amor incondicional. Se trata de un amor inmerecido e inmotivado, el cual fue demostrado por Dios al mandar a su hijo a morir por nosotros. Quizá hemos aceptado de un modo intelectual este amor ¿pero lo estamos experimentando?. No es nuestra fe lo que genera el amor de Dios. La fe simplemente se apropia del amor que Dios nos tiene.

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a  su Hijo en propiciación por nuestros pecados
(1 Juan 4:10)

Aceptados

Dios no sólo nos ama incondicionalmente, sino que también nos acepta tal como somos. No hay ninguna evidencia, en las Escrituras, de que debamos  "actuar" para ser aceptados por Dios. La aceptación de parte de Dios no está basada en nuestros logros o actitudes, o en lo que hagamos por él. El hecho de que Dios nos acepta como somos debería ser suficiente motivación para aceptarnos nosotros mismos.

Si no somos capaces de aceptarnos como somos, con nuestra limitaciones y ventajas, debilidades, puntos fuertes, defectos y actitudes, entonces no podemos confiar en que ninguna otra persona lo haga. Al no darse lo anterior, siempre estaremos aparentando, mostrando una fachada a nuestro alrededor; no permitimos que la gente sepa cómo somos realmente en lo profundo de nuestro ser. Cuando creemos que Dios nos acepta, podemos también aceptarnos incondicionalmente; confiar en  la aceptación de otras personas y, a la vez, aceptar a otros como son.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8 y 9)

Seguros

Si Dios nos ama y nos acepta, él está obrando en todo sentido para nuestro bien y para su gloria. Dios conoce y controla los asuntos alrededor de nuestra vida: está llevando a cabo su plan perfecto para cada uno de nosotros.

Valiosos

Martín Lutero dijo: "Dios no nos ama porque seamos valiosos; somos valiosos porque Dios nos ama".  Dios nos ha manifestado su amor al habernos creado a su imagen y semejanza, y luego rescatarnos nuevamente en Cristo. Somos valiosos no sólo por la forma en que fuimos creados, sino porque, debido a la cruz, poseemos un valor mayor. Somos valiosos a causa de nuestra creación y la redención obtenida por Cristo Jesús.

“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?.
(Mateo 6:26)

Perdonados

Aunque sabemos que Cristo murió por nuestros pecados y nos hizo dignos, a veces nos cuesta perdonarnos a nosotros mismos y proyectar ese perdón a los que nos ofenden.  Muchas veces exigimos más de nosotros y nos imponemos más condiciones para nuestro perdón, que nuestro Padre Celestial. Lo más hermoso en cuanto a desarrollar un concepto saludable, es no sólo ser capaz de perdonarse a uno mismo, sino ser canal o instrumento para perdonar a otros.

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos  a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 4:32)


Competentes

Cuando al tratar de vivir la vida cristiana con nuestras propias fuerzas fracasamos, se debilita de manera irremediable nuestro sentido de competencia. Las pautas de la vida cristiana son demasiado elevadas para alcanzarlas por nosotros mismos. Esta vida fue concebida para que se viviera únicamente en el poder del Espíritu Santo. Basado en el sentido de aptitud que le daba su experiencia con el Espíritu Santo, Pablo pudo decir: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). Dios toma nuestras debilidades y las transforma en puntos fuertes. Dios nunca nos llama a hacer algo para lo cual no nos haya equipado con habilidades naturales y dones espirituales. El Espíritu Santo es el agente personal que nos capacita para llevar a cabo la obra de Dios.

“No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”.
( 2 Corintios 3:5)

  Aplicación Teoterapica


Los hombres sobresalientes de la historia han tenido una característica en  común: Ellos parecen haber sido simplemente ellos mismos como personas:  Miguel Angel, peleando contra la adversidad para poder esculpir; Beethoven, continuando su composición luego de haberse vuelto sordo ; Milton, en quien la ceguera no fue obstáculo para sus escritos.

Tales hombres han dado sentido a la frase, “cumpliendo su destino”. Estamos llamados a desplegar todo nuestro potencial, siendo nosotros mismos. En este sentido nuestro auto concepto está en un desarrollo continuo a lo largo de nuestra vida.

Una persona que siempre está creciendo, siempre tendrá capacidades por desarrollar. La diferencia entre un hombre fuerte y uno débil, tal vez no sea una diferencia de habilidad, pues hay muchos hombres con inteligencia brillante, y ambiciosos, que no consiguen nada. De alguna forma, el hombre fuerte “hace” su oportunidad.  La diferencia se basa en el auto concepto.  ¿Cuánto valoro mi vida?, ¿Qué es lo que quiero hacer con ella?,  ¿Qué debo hacer para ser yo mismo? 

Los hombres fuertes han aparecido con respuestas definidas a estas preguntas; los hombres débiles se han equivocado, han sido condescendientes con ellos mismos, no se han exigido lo suficiente, y nunca se han atrevido a buscar respuesta a los conflictos que enfrentan.

No nos enfrasquemos en lo que opinan los demás de nosotros, tampoco en lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. Enfrasquemonos en la opinión que DIOS tiene de nosotros!!

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