EL ANTIDOTO PARA LA NEGLIGENCIA



INTRODUCCIÓN

En medicina un antídoto sirve para neutralizar o contrarrestar los efectos de algo toxico y venenoso que causa daño a la salud. Hoy el alma sufre del virus de la negligencia, sus causas, manifestaciones y consecuencias se han extendido haciéndose hoy contagiosa para todos, lo que hace que se convierta en un verdadera epidemia mundial.
Teoterapicamente hablando necesitamos contrarrestar los efectos nocivos que ha desencadenado la negligencia en nuestras vidas, familias y en sociedades enteras.

1. El virus de la negligencia
Desafortunadamente hemos sido formados bajo una ley que ha mantenido sumidos en la mediocridad a muchas personas. Dicha ley es la del menor esfuerzo. La sociedad cataloga de inteligente y brillante a una persona que sin esmerarse demasiado logra alcanzar el éxito. La gente pretende enriquecerse de manera rápida, de la noche a la mañana. El estudiante pretende aprobar las asignaturas estudiando lo menos posible. Hoy están de moda los amores a la ligera, sin mayores compromisos; en fin, el hombre de hoy en su afán por llegar a la meta lo más rápidamente posible, deja de lado el esfuerzo. La capacitación, la excelencia y se entrega a la mediocridad cayendo paulatinamente en la pobreza, la desidia, la indiferencia y la negligencia (Proverbios 6:6-11)
2. La negligencia aparta la prosperidad
“El alma del perezoso desea y nada alcanza”. Esta es una de las razones por las cuales, las personas se empobrecen, porque caen en el síndrome de solo desear, pero no hacen nada al respecto para salir de la situación en la cual se encuentran. La prosperidad va de la mano de la diligencia, requiere una actitud victoriosa ante la vida y premia a los proactivos, es decir, a los que no se quedan esperando a que las oportunidades lleguen a su puerta, sino a los que salen a buscarlas.
La sociedad a la que pertenecemos cada día más limita las oportunidades de triunfar. Las cifras de desempleo aumentan año a año, los profesionales que desean sobresalir cada vez deben ser más especializados, las grandes empresas emplean a personas cada vez más jóvenes. En fin podríamos señalar que cada año que pasa hay menos espacio para el negligente, las oportunidades son cada vez más escasas para aquel que aplica la ley del menor esfuerzo en su vida, e irremediablemente, el negligente pasará necesidad (Proverbios 10:4)
3. EL ANTIDOTO CONTRA LA NEGLIGENCIA : LA DILIGENCIA
Una persona diligente es aquella que pone mucho interés, esmero, rapidez y eficacia en la realización de un trabajo o en el cumplimiento de una obligación o encargo.
Bien dice la escritura, “pedid y se os dará; buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; todo aquel que busca, halla y todo aquel que llama se le abrirá” (Lucas 11:9-10).
3.1. Dios bendice al diligente
La Biblia nos ordena ser diligentes en lo que hacemos pues esta es la manera como el trabajo de nuestras manos es prosperado.
§ Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás y te irá bien (Salmo 128:2)
§ El hombre solícito en su trabajo delante de los reyes estará (Proverbios 22:29)
§ Salario hay para el que trabaja (Jeremías 31:16)
§ La mano de los diligentes enriquece (Proverbios 10:4)
El ejemplo de José
Como hombre joven, José parecía tener todas las cualidades de la diligencia y nos ofrece un ejemplo fascinante para aprender de él. Había sido vendido como esclavo por sus hermanos que estaban celosos de él (Génesis 37:28), y fue llevado a Egipto. Luego fue vendido como esclavo a un oficial llamado Potifar (Génesis 39:1). Pero aun siendo esclavo, vemos que José trabajaba con diligencia.
No sabemos mucho acerca de sus circunstancias iniciales, pero vemos claramente que todo lo que Potifar le daba para que hiciera, José lo hacía cuidadosa y conscientemente. En un momento Potifar le dio aún más responsabilidades, hasta el punto en que José tenía la responsabilidad de manejar todos los asuntos de la casa (v. 6). ¡Su diligencia y las bendiciones de Dios cambiaron dramáticamente sus circunstancias!
¿Por qué debemos ser diligentes?
¿Cuán en serio tomamos las labores de nuestra vida, incluyendo la obediencia a Dios? ¿Cuán diligentes somos? Las personas diligentes invierten un gran esfuerzo para lograr sus metas. Esta es la actitud que Dios espera que tengamos en todas las cosas.
Este es la actitud que debemos mostrar en nuestro lugar de trabajo, como José lo hizo. Demasiadas personas quieren esforzarse lo mínimo, para recibir lo máximo. Pero debemos recordar lo que Jesús dijo: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31). Demostrar a sus jefes el mismo esfuerzo que usted quisiera ver en ellos si ellos fueran sus empleados.
Para ser diligentes se requiere : esfuerzo y perseverancia
Contrariamente a lo que muchos creen, Dios no patrocina la mediocridad. Él está de lado de aquellos que ven el trabajo como una bendición y están dispuestos a dar lo mejor de sí, sacando el mejor provecho de la labor realizada. La constante demanda de Dios al hombre que anhela conquistar, no es otra que esforzarse en lo que le corresponde hacer, en lo que esté en sus manos realizar, para entonces manifestarse sobrenaturalmente, permitiéndole ver cómo lo imposible ahora se hace realidad (Hageo 2:4-5)
El premio se lo llevan aquellas que se esfuerzan y luchan, las que no se dan por vencidas, la mujer que persevera y paga el precio del sacrificio. Es una gran verdad que en toda labor hay fruto, lo cual nos lleva a comprender que si alguien no prospera, es porque no está haciendo las cosas como corresponden.
Piense como el diligente
Gran parte del éxito o del fracaso tiene que ver con la actitud que tengamos hacia la vida. Si tenemos una actitud positiva, esto es, esforzada y valiente, tenemos mayores probabilidades de que nos vaya bien, pero si tenemos una actitud negativa, no existe ni la más mínima posibilidad de que suceda lo mejor.
El sabio Salomón escribió: “cuál es el pensamiento del hombre en su corazón, tal es él”. Si pensamos que nos va a ir bien, así será; pero si estamos convencidas que nos irá mal, pues así serán los resultados. Si en algo debemos ser diligentes, es en tener una mente y un corazón renovados, es decir, no abrigar pensamientos de derrota, fracaso o frustración.
APLICACIÓN TEOTERÁPICA
El llamado que recibimos de Dios a ser mujeres realizadas, prósperas y felices, implica de nuestra parte dar lo mejor de nosotras mismas. Nuestros hijos, empleados y cada persona sobre la cual ejercemos algún tipo de liderazgo, deben vernos como mujeres esforzadas y valientes, y no como pusilánimes, mediocres, incapaces de ofrecer un ejemplo digno de imitar. Estamos llamadas a ser modelo, molde y ejemplo en la conquista de nuestra tierra
Coloque este versículo en un cartel visible o proyecte : Haber precioso del hombre es la diligencia (Proverbios 12:27)


































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