Getsemaní: (Gr. Gethssemané): “Prensa de aceite”, “molino de aceite”, “lugar de aceite”. Quedaba en el monte de los olivos (al pie), frente a Jerusalén (1 km), cruzando el torrente de cedrón (Juan 18: 1, 2). Era un huerto, jardín o bosques de olivos. Allí se hallaba una antelación para extraer el aceite de esa planta: manchaban la aceituna para sacarles el aceite (se exprimieran). Allí Dios Padre prensó, procesó, machacó, exprimió a Jesús para que saliera aceite nuevo (espiritual) para los creyentes.
Introducción:
El calvario no sería posible sin la feroz batalla que Jesús libró aquella noche en ese huerto. Allí muchas de sus oraciones fueran oídas, sin embargo, aquella noche oró tres veces y no recibió respuesta del Padre.
En ese lugar Jesús disfrutaba de una intimidad con el Padre. Jesús había consagrado aquel lugar para orar a Dios tanto que lo llamaría “Abba Padre”. Así que ningún lugar conocía tan perfectamente Jesús como aquel huerto. Su hierba, sus árboles, sus caminos, su atmósfera, sus sonidos… todo le era familiar.
Pero Judas también conocía aquel lugar, y si algo tenía muy claro el Señor era que no quería esconderse. El traidor sabía el sitio exacto para encontrarle. ¿Por qué fue a ese lugar? ¿Por qué seleccionó aquel apacible lugar para tan terrible agonía? ¿Por qué no otro lugar para ser traicionado y arrestado por los que ya habían decidido matarle? Porque fue allí donde comenzaría el camino de sangre.
1.Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní"
Allí el Señor solía juntarse con sus discípulos durante sus visitas a la capital, buscando apartarse de las multitudes que constantemente le presionaban y tener así un tiempo de enseñanza privada con ellos (Lucas 22:39)(Juan 18:1-2) Por lo tanto, el lugar era bien conocido también por Judas, que como más tarde veremos, no tardó en acudir con una escuadrilla para arrestar a Jesús. Aunque no debemos olvidar que si encontraron allí a Jesús en aquella noche, fue porque en él no había ningún pensamiento de huida, a pesar de que conocía perfectamente todas las maquinaciones de Judas, como antes había expresado con toda claridad.
Pero en esta ocasión, aquel lugar donde Jesús había tenido tantas hermosas pláticas con sus discípulos, ahora se iba a convertir en el escenario de su terrible agonía antes de ir a la cruz.
2."Sentaos aquí, entre tanto que yo oro"
¿Cómo iba a enfrentar Jesús este duro momento? En esto también apreciamos que Jesús era muy diferente a nosotros. Con frecuencia, cuando pasamos por problemas que nos agobian, o estamos rodeados de dificultades, pensamos que necesitamos un "respiro" y buscamos algún tipo de diversión que nos relaje. Algunos llegan incluso a cosas como el alcohol, las drogas, fiestas, pornografía y vicios similares, que lejos de traerles paz al corazón, no hacen sino aumentar sus problemas. Pero el Señor nos indicó que la solución pasaba por buscar a Dios en oración.
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar. Lucas 18:1
"¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración." Santiago 5:13
3."Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan"
Parece que aunque Jesús oraba solo, sin embargo quería sentir la cercanía de algunos de sus discípulos, así que escogió a varios de ellos para que le acompañaran a cierta distancia. Estos tres discípulos, Pedro, Jacobo y Juan, se convirtieron así en testigos de la terrible lucha que Jesús mantuvo en esa noche.
Algunos se han preguntado por qué escogió a estos tres. Lo cierto es que ésta era la tercera vez que lo hacía. Estos mismos discípulos habían sido los únicos testigos de la transfiguración del Señor (Marcos 9:2) y también de la resurrección de la hija de Jairo (Marcos 5:37-42) Resumiendo podríamos decir que estas tres experiencias espirituales tenían relación con tres momentos claves de la vida del Señor: su agonía, resurrección y gloria.
4."Y comenzó a entristecerse y a angustiarse"
Cuando Jesús se apartó para orar, el evangelista utiliza en el original dos palabras muy fuertes para indicarnos su intensa perturbación emocional ante la perspectiva que se le presentaba, y también su estado de extremo dolor y angustia.
Podríamos preguntarnos qué era lo que producía este estado en Jesús. Algunos han pensado que esta angustia era la reacción natural que todos los seres humanos sienten ante la proximidad de la muerte. Pero en el caso de Jesús, necesariamente tenemos que pensar que había mucho más que eso. Se trataba del estremecimiento de aquel que era la Vida misma al enfrentarse con todo el poder destructivo del mal, de todo aquello que se opone a la santidad de Dios, y que en ese momento se abatía directamente sobre él por cuanto había decidido presentarse como el Cordero de Dios que muere por el pecado de la humanidad.
5-"Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte"
Sólo podremos entender la causa de esta "tristeza mortal" de Jesús si nos damos cuenta de que no se trataba únicamente de la angustia ante la muerte que los seres humanos atravesamos al final de nuestros días. En su caso era una muerte diferente. El no moriría como consecuencia de sus propios pecados, ya que no los tenía, sino que él moriría en sustitución de los pecadores, cargando en ese momento la maldad de toda la humanidad.
8."Quedaos aquí y velad"
Cuando Jesús se apartó para orar, hizo un llamamiento a sus discípulos para que velaran. Esta no era la primera vez que les exhortaba a esto, puesto que cuando les había anunciado su segunda venida, ya les había dicho que permanecieran en esa actitud (Marcos 13:33-37). Ahora vuelve a hacerlo, aunque con mayor urgencia debido a los acontecimientos que inmediatamente iban a ocurrir.
Nosotros también debemos recibir esta exhortación apremiante a velar. La somnolencia de los discípulos parece que ha alcanzado al cristianismo de nuestro tiempo. Y no lo olvidemos; dejar de velar abre la puerta al poder del mal en nuestras vidas.
Los efectos de esta somnolencia los podemos ver en el embotamiento del alma que pierde la sensibilidad frente al pecado en nuestras vidas y el poder del mal en el mundo. Nos deja anestesiados, ignorantes, indiferentes y tranquilos frente al mal que nos rodea, pensando que en el fondo, no es tan grave. Pero esta falta de sensibilidad, esta falta de vigilancia, tanto por lo que se refiere a la cercanía de la segunda venida de Cristo, como al poder amenazador del mal, otorga un poder en el mundo al maligno.
9."Yéndose un poco adelante, se postró en tierra"
Los discípulos quedaron a cierta distancia de Jesús, desde donde todavía podrían verle y oírle. El evangelista nos dice que el Señor cayó rostro en tierra. La postura que adoptó para orar expresaba su total sumisión a la voluntad de Dios.
En cualquier caso, la escena no deja de sorprendernos. Recordamos que unos días antes había descendido cabalgando desde ese mismo monte de los Olivos en procesión real, aclamado justamente como Rey (Marcos 11:1-11)Sin embargo, ahora el contraste es total; el Rey está de rodillas, rostro en tierra, sufriendo una angustia indescriptible. ¿Por qué este cambio tan drástico de actitud? Para entenderlo, tenemos que recordar que cuando Jesús entró en Jerusalén se encontró con la capital en manos de rebeldes, y el mismo templo estaba infectado de ladrones. La pregunta entonces era ¿cómo podrían esas personas rebeldes ser salvados y restaurados a la obediencia y a la adoración a Dios? Evidentemente, no lo conseguiría montando sobre una cabalgadura real por las calles de Jerusalén. Nunca la pompa y la ceremonia han conseguido convertir a un rebelde en un santo. Si alguna vez él podría llevar a Jerusalén, Israel y el mundo a la obediencia a Dios, tendría que ser necesariamente porque él mismo comenzara por obedecer a Dios aquí mismo en la tierra. Así que el Rey se arrodilló, dispuesto a obedecer por amor a su Dios y también a toda la raza humana. No había otro camino.
Romanos 5:19"Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos."
10."Y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora"
Una vez más, las Escrituras nos muestran a Jesús con total honestidad, y no se avergüenza de hacernos saber que cuando se enfrentó al precio de la obediencia, sus oraciones fueron acompañadas de clamor y lágrimas.
Por supuesto, sus lágrimas no eran como en muchas ocasiones lo son las nuestras; una expresión infantil de frustración porque no logramos hacer lo que nos da la gana. Por el contrario, en su caso había un corazón absolutamente rendido y sumiso a Dios, y por esa razón, cuando pedía al Padre que pasase de él esa copa, siempre lo hacía bajo la condición de que fuese compatible con la voluntad divina.
Por supuesto, no se trataba de dos voluntades diferentes; por un lado la del Padre y por otro la del Hijo. El evangelista Juan recoge las palabras de Jesús que nos muestran que no había contraposición entre las dos voluntades:
(Juan 12:27-28)"Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez."
En cuanto a su oración, Jesús preguntaba si había otra base justa sobre la cual Dios podría salvar a los pecadores sin que él tuviera que ir a la cruz. Aquí vemos todo el drama de nuestra redención. Y el silencio del cielo indicó que no había otro modo; el Santo Hijo de Dios debía morir por los pecadores.
"Y decía: Abba, Padre"
Notemos que en su oración se dirige a Dios con la palabra "Abba", que inmediatamente es traducida por Marcos para sus lectores gentiles como "Padre".
La palabra "Abba" era usada por los niños para dirigirse a sus padres, e implicaba confianza, intimidad y reconocimiento de autoridad. Equivale a nuestro "papá".
Sin lugar a dudas, tuvo que sorprender a sus discípulos que se dirigiera a Dios de esta manera. Ellos nunca habían escuchado a ningún santo del Antiguo Testamento tratar así a Dios. En la forma de pensar de un judío habría sido irreverente y, por tanto, habría sido impensable que alguien pudiera llamar a Dios con una palabra tan familiar.
Pero al hacerlo, Jesús estaba revelando la naturaleza de su comunión con Dios. De hecho, siempre que vemos a Jesús orando en los evangelios, lo hizo de esta forma, salvo en una única ocasión. Esto tuvo lugar en la cruz, cuando allí clamó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?"Marcos 15:34.
"Aparta de mí esta copa"
El acto de obediencia que el Hijo del Hombre se disponía a llevar a cabo, tendría un sabor inconmensurable mente amargo. Tenía el sabor de la muerte. El autor de Hebreos dice que él "gustó la muerte por todos" (Hechos 2:9). Además, el Antiguo Testamento se había referido con frecuencia a esta "copa", que estaba reservada para los malos (Salmos 11:6), y que contenía la indignación divina contra los impíos (Salmos 75:8), su ira (Isaias 51:17) y su furor (Jeremías 25:15).
La muerte que él gustó no sólo tuvo que ver con experimentar la separación del alma del cuerpo, sino el abandono del Dios de justicia por haberse identificado con el pecado del mundo.
Es inimaginable, por lo tanto, que la Santidad encarnada pudiera recibir con agrado el pecado representado en esa copa, de ahí su petición: "aparta de mí esta copa". Pero por otro lado, dejaba también constancia de su absoluta devoción y amor a su Padre: "mas no lo que yo quiero, sino lo que tú".
No había ningún conflicto entre la voluntad del Padre y la del Hijo. El Hombre perfecto era también el Siervo obediente en todo, y aunque todo su santo Ser se alzase en contra de la perspectiva de la cruz, y su cuerpo sudase sangre en su agonía, él nunca dejaría de decir: "mas no lo que yo quiero, sino lo que tú". No podemos imaginar un grado de perfección más alto que el que aquí se nos presenta.
"Vino luego y los halló durmiendo"
Después de un tiempo en oración, Jesús volvió a donde había dejado a sus discípulos y los encontró durmiendo. No fueron capaces de compartir con él nada de su infinito dolor.
Cada vez estaba más claro que en el camino a la cruz, Jesús iba a encontrarse absolutamente solo. Si sus más íntimos discípulos no podían acompañarle en oración ni siquiera una hora, ¿qué se podría esperar de ellos una vez que Jesús fuera arrestado y estuviera en manos de sus enemigos? El mismo Pedro, que tan vehementemente había protestado cuando Jesús les anunció que todos ellos le abandonarían en esa noche, no fue capaz de mantenerse despierto junto a Jesús orando con él por un poco de tiempo.
Todo esto era muy importante, porque no debemos olvidar que para encontrar victoria en la hora de la tentación o de la prueba, previamente necesitamos recibir poder mediante la oración. En este sentido estaba claro que los discípulos no entendían la gravedad de la situación que se avecinaba, y por lo tanto, tampoco se estaban preparando adecuadamente para enfrentarla. ¿Y qué diremos de nosotros mismos? ¿Cuántas veces no somos capaces de velar en oración ni siquiera una hora? ¿Qué puede esperar el Señor de nosotros?
La debilidad de la que el Señor les había hablado durante la cena, se empezaba a hacer evidente. Aquí vemos que el pecado ha dañado incluso a nuestros propios cuerpos, que en muchas ocasiones actúan como pesados lastres para nuestras almas.
11."Velad y orad, para que no entréis en tentación"
La "tentación" a la que Jesús se refería, y para la que tendrían que estar preparados, consistía en negar y escandalizarse de Jesús una vez que fuera arrestado y crucificado. No es difícil imaginar el impacto que debió tener para ellos ver a su Maestro siendo objeto de las burlas de todos los hombres que se acercaban a él cuando estaba clavado en la vergonzosa cruz. Por eso, aunque los mismos discípulos no percibían la gravedad de la hora de prueba que iba a venir sobre ellos, el mismo Señor ya había orado por ellos, y en especial por Pedro, para que su fe no faltase. Lucas 22
Esta exhortación de Jesús a "velar y orar" debería estar presente constantemente en nuestros corazones como la única forma real de vencer las tentaciones. No nos engañemos; no hay ningún poder en nosotros mismos que nos haga inmunes a los ataques de Satanás. Por esta razón, cada cristiano debe estar permanentemente en un estado de vigilancia y oración desde el momento de su conversión hasta la hora de su muerte.
Pedro entendió finalmente la lección y él mismo exhortaba a esto en su carta:
Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración."(1 pedro 4:7)"
12."El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil"
El Señor señaló que la razón por la que era imprescindible que mantuvieran esta actitud de vigilancia y oración, era porque dentro del cristiano hay dos naturalezas que son contrarias entre sí; el espíritu y la carne.
"Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis." Gálatas 5:16:17
Por un lado está la "carne", la vieja naturaleza caída, siempre inclinada al mal. Y por otro lado está el "espíritu", es decir, la nueva naturaleza que el Espíritu Santo ha dado a aquellos que creen en Cristo, y que siempre está dispuesta a hacer el bien que agrada a Dios.
13."Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad"
El Señor interrumpió sus oraciones en tres ocasiones para ir a ver a sus discípulos, y en todas ellas los encontró durmiendo. Y aunque seguramente sentían cierta vergüenza por no estar orando tal como Jesús les había pedido, sin embargo, no lograban resistir el sueño y tampoco "sabían qué responderle".
Pero cuando Jesús regresó por tercera vez, ya no les animó a velar, sino que les dijo que durmieran y descansaran. No debemos ver en estas palabras una severa reprensión, sino más bien todo lo contrario. Podemos incluso imaginarnos al Señor sentándose a su lado mientras velaba sus sueños, como una madre que vigila tierna mente a sus pequeños mientras duermen. Sin duda es un cuadro conmovedor.
Los discípulos se habían rendido a la comodidad del sueño bajo el peso del cansancio y la tristeza (Lucas 22:45). Aunque, por supuesto, esto no había alejado de ellos el mal, sino que simplemente les había hecho inconscientes de su existencia y les dejaba indefensos ante su embestida. Pero por otro lado, Cristo no se rindió ante nada, sino que en medio de su inmenso dolor afirmó positiva mente su disposición de hacer la voluntad de Dios al precio que fuera, e incluso, velaba por sus discípulos con todo su amor y cuidado mientras ellos dormían.
14."Basta, la hora ha venido"
Entendemos que entre la cariñosa invitación de Jesús a sus discípulos para que durmieran y recuperaran fuerzas, hasta este momento que se describe aquí, pasó un intervalo de tiempo no determinado. Pero finalmente llegó "la hora" en que Jesús iba a ser entregado en manos de pecadores.
Suponemos que el Señor escuchó el ruido de la compañía que, conducida por Judas, cruzaba el arroyo y subía la cuesta hacia el huerto, por lo que rápidamente despertó a sus discípulos para advertirles de la presencia del peligro.
Las frases entrecortadas que usa Jesús nos muestran su angustia ante la hora final, pero en ningún momento plantea una huida, sino que por el contrario dijo a sus discípulos "vamos", indicando de esta manera su disposición de ir en busca de los que venían a arrestarle.
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