ISRAEL, TIERRA DE SANIDAD





IntroducciĂłn

La tierra de Israel, es la tierra de la sanidad, el lugar donde Dios derrama su amor a travĂ©s de grandes milagros, cuando El Señor Jesucristo recorrĂ­a cada parte del territorio de Israel le seguĂ­a gran multitud de gente porque veĂ­an que el hacia grandes maravillas, sanaba, enseñaba a orar y a creer en su Padre, hoy  El Señor sigue haciendo su obra en cada corazĂłn que va allĂ­ a encontrarse con El.  Solo dispongamos nuestro corazĂłn  para que El señor nos permita con nuestros propios ojos y corazĂłn ver y experimentar cada una de esas maravillas que tiene preparadas.

1.-  Para ver milagros necesitamos una vida de fe

Israel es la tierra que vio los grandes milagros del señor Jesucristo, en (Lucas 8:43-48) nos narra la vida de una mujer que tenĂ­a necesidad de ser sana de un flujo de sangre.  Ella creĂ­a que el Señor tenĂ­a poder para sanarla y que sin tan solo tocase su manto serĂ­a sana.  AsĂ­ como creyĂł se hizo.  Cuando los mĂ©todos humanos se habĂ­an agotado puso su esperanza en el Señor. Ella sabĂ­a que El pasarĂ­a por allĂ­ y muy tĂ­midamente lo toco, y se dio la sanidad.  

2.-  Tocando el manto del Señor en Israel

En aquel lugar cada una de nosotras podrá tocar el manto del Señor y ser sanas del espĂ­ritu, del alma y del cuerpo... Esta mujer fue sana porque tuvo fe (Hebreos 11:6), de esta manera Dios nos sanará en Israel, no interesa la enfermedad que padezca, lo importante es que toquemos el manto del Señor Jesucristo con mucha fe Tocar el manto del Señor es decirle aquĂ­ estoy, te necesito, ven y saname.  Es cuestiĂłn de disponernos  para ir a ese encuentro maravilloso  en su casa (IsaĂ­as 66:13-14).

3.-  Creyendo en el poder de su palabra veremos los milagros.

Otro ejemplo de lo que puede Dios hace en Israel lo encontramos en (Lucas 8:41-42,49-56), es el caso de la hija de Jairo.  Este hombre postrándose a los pies del Señor le pide que entre a la casa que su hija se estaba muriendo (v. 41).

Ante esta situaciĂłn El Señor lo Ăşnico que le dice al principal, es que creyera y la niña serĂ­a salva (V. 50). Este hombre creyĂł  a las palabras del Señor JesĂşs, sometiĂł su entendimiento a la revelaciĂłn, y por eso la niña fue sana.  Cuando no oĂ­mos la voz de Dios en el espĂ­ritu todo nos parece locura, todo lo que Ă©l hace y como lo hace; y  asĂ­ mismo  nos sucede con la  visiĂłn de su tierra amada.

Necesitamos creer en lo que el Señor nos dice a través de su palabra, desechando los argumentos humanos, y así permitir que el Salmo 122 se convierta en una realidad en nosotros y el gran anhelo de estar en la casa de papá Dios


APLICACIĂ“N TEOTERAPICA

AcerquĂ©monos al Señor con humildad, como esta mujer, o como este principal creyendo en su palabra, y en cada una de las promesas que Ă©l nos da continuamente,  dispongamos nuestro corazĂłn para que se convierta en realidad esa invitaciĂłn personal que Ă©l nos ha hecho de subir a su casa y tocar su manto , recibiendo la sanidad que Ă©l tiene para cada una de nosotras allĂ­.


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