La madurez en la vida cristiana no está relacionada
con poseer ciertos dones espirituales, o con tener ciertas características de
liderazgo, sino más bien se evidencia en el caminar diario bajo la plenitud de
la unción.
La madurez en la vida cristiana consiste en superar
Romanos 7, e introducirse e Romanos 8.
Eligiendo la vida en el Espíritu
Eligiendo la vida en el Espíritu
El Hombre de Romanos 7, vive en derrota: (Romanos
7:24. El Hombre de Romanos 8, es victorioso y vencedor: (Romanos
8:37.
El hombre de Romanos 7:
· Busca hacer su voluntad y vivir en el esfuerzo
propio: (Romanos 7:15).
· Se encuentra preso de sí mismo, cautivo de sus
pensamientos y sus circunstancias: (Romanos 7:18)
· Se siente esclavo del pecado: (Romanos
7:20)
El hombre de Romanos 8
· Experimenta seguridad y certeza, las cuales
descansan en la Palabra de Dios y sus hechos (Romanos 8:38 y 39.
· Deja que el Espíritu le escudriñe y conforme a la
voluntad del que intercede, actúa. (Romanos 8:26.
· Se siente libre de condena y culpa: (Romanos
8:33 y 34).
Nuestra herencia: linaje y legado
Ante la
situación de los Gálatas, quienes habían caído en una vida legalista, el
apóstol Pablo, les contextualiza en su herencia y tradición judaica y toma como
tema central a Abraham, ya que el mensaje que ellos habían recibido, se basaba
en la promesa hecha por Dios a Abraham, la cual encontramos en Romanos 4:13-16:
Esta promesa
dada a Abraham la hemos alcanzado en Cristo, y en él tenemos un linaje y un
legado: el linaje se da en nuestro padre Abraham: (Gálatas 3:29). Hemos sido bendecidos con el creyente
Abraham, hemos sido llamados a ser de bendición, portar bendición y ser padres
de multitudes.
Pero también
tenemos un legado en Cristo, el Espíritu Santo: (Gálatas 3:14). (Juan 14:26); de allí que el
distintivo de un hijo de Dios es su fe, y su tesoro, el Espíritu Santo.
Aplicación
Teoterapica
Comprender esta realidad debe impulsarnos a salir
de la impotencia, de la fijación mental, del condicionamiento, de la dependencia física y psicológica, de la
regresión, de la atadura y del pecado, y decidirnos a vivir la libertad en la plenitud de la unción, (II
Corintios 3:17.
En el camino hacia la madurez, necesitamos tomar
una decisión, ¿qué tipo de vida queremos vivir?, seguir al estilo de Romanos 7,
en una vida de derrota o en la dimensión de plenitud de Romanos 8, disfrutando
lo que ya Jesucristo consiguió para nosotros en la cruz.
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