“Entonces Zaqueo,
puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor,
la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno,
se lo devuelvo cuadruplicado.”
Lucas 19:8
Analiza que la reacción
inmediata de Zaqueo al tener a Jesús en su casa fue restituir. Él NO dijo: “Ahora quiero que me restituyas
delante de todos los que me ha llamado pecador.
Ahora quiero que me des un lugar de valor y de honra. ¡No! Lo primero que él dijo fue: “Quiero restituirle a todo aquel que
he ofendido. He recibido salvación y esta
salvación me capacita
y me compromete para sanar mis relaciones.”
Es muy importante comprender
como hijos de Dios el tema de la restitución, porque aveces pensamos que las personas son dura de corazón al demorarse en perdonar pero estas mismas no
piensan que deben devolver. Por mucho tiempo muchos han tenido un concepto muy
vago y mediocre de la gracia en donde inclusive, pareciera que Dios nos la
debía y de esa misma manera tratamos nuestras relaciones: “Si él o ella me han perdonado, se supone que me devuelvan el lugar que yo
tenía en su vida. Si me aman, se supone
que yo no tengo que hacer nada.”
Pero una cosa que he
aprendido en estos años es la diferencia de amar vs
confiar en alguien. Muchas personas que han sido heridas no han dejado de
amar, pero sí han dejado de
confiar. Han perdonado y el perdón les
libra de la amargura mas su confianza no ha sanado. ¿Por
qué? Porque la confianza no sana cuando yo
perdono. La confianza sana cuando la
persona que ha fallado, rinde frutos dignos de arrepentimiento. El perdón se otorga , la confianza se gana.
Probablemente
alguien te falló, le has perdonado y le amas,
pero sientes que algo sigue roto.
Eso se llama: confianza quebrada. Probablemente has herido a alguien y pareciera
que no te ama o no te ha perdonado.
Quizás se llama “confianza quebrada”.
Quizás sea hora de restituir, de devolver la honra que robaste y la
confianza que quebraste.
Ok. Tal vez no
puedas devolverlo todo, pero sí dar por
gracia lo que por gracia recibiste. Ahora, desde un lugar de gracia y
perdón, sé diligente y restituye. Y por
si te quedan dudas, recuerda que Dios ha
sido claro con su amor y su perdón pero
también con sus expectativas . Aquel que en verdad le sigue y cuya salvación le
ha alcanzado, rendirá frutos dignos de arrepentimiento.(Mateo 3:8)
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